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“La corrupción de los custodios no se solucionará en este quinquenio”

Su apuesta es formar agentes penitenciarios honestos, éticos y transparentes. Con su equipo analiza hojas de vida, investiga a los aspirantes y decide si se quedan o no. Luego los somete a la presión de un trabajo real durante tres meses en cárceles. Ella y sus jefes esperan que todos aguanten el ritmo, se queden y sigan portándose bien para seguirlos capacitando en la Escuela Penitenciaria. Ya logró que 203 se gradúen y de estos solo uno se le ha salido del huacal.


Fecha inválida
Daniel Valencia Caravantes

El edificio donde espera la directora Nora Serrano es de tres niveles y está viejo. Desde aquí, con recursos limitados, ella y su equipo intentan llenar las vacantes que dejaron los casi 800 empleados de la Dirección General de Centros Penales destituidos por 'falta de confianza” a finales de 2010. En la actualidad, “confianza” es un término desterrado del sistema penitenciario de El Salvador, que reporta un alarmante nivel de sobrepoblación y dejó entrever una supuesta red de corrupción enquistada dentro de la institución. La misma Dirección de Centros Penales ha aceptado en reiteradas ocasiones que las cárceles son universidades del crimen, que sobre algunas no se tiene control en el interior y que las ofertas económicas para que los custodios y personal administrativo se corrompan facilitando el ingreso de bienes prohibidos para los reos es pan de cada día. Ofertas que van desde los 500 hasta los 5,000 dólares por el ingreso de un teléfono móvil, para unos custodios que en su mayoría ganan menos de 400 dólares mensuales. Por eso la tarea de esta abogada de 42 años es –y lo reconoce– titánica. Tiene que entrenar a nuevos custodios y empleados administrativos para 19 cárceles que albergan a casi 25 mil reos, cuando la capacidad instalada es inferior a los 9 mil.

Nora Serrano. Foto El Faro
 
Nora Serrano. Foto El Faro

Para el gobierno, los nuevos agentes urgen y son prioritarios. Tanto así que el presidente Mauricio Funes participó de la graduación de la primera promoción en abril pasado: 203 agentes. Ese gesto nunca se había visto en el país. Los presidentes anteriores graduaban a soldados y policías, pero nunca habían bajado hasta la Escuela Penitenciaria. Otros 198 custodios, la segunda promoción, se sumaron el pasado viernes, 1 de julio.

Adentro de la sede central de la Escuela, las paredes tienen ese característico color gris polvoso de una pared sucia y maltratada a la que le falta una mano de pintura. La directora ya inició algunas remodelaciones. Por ejemplo, en la segunda planta y en la tercera, al final de unos pasillos tristes y silenciosos, han habilitado dos centros de cómputo con aire acondicionado. Mínimo, pero indispensable, dice Serrano. En la Escuela pueden entrenarse 250 aspirantes a la vez, pero cada centro de cómputo solo tiene espacio para cuatro máquinas. Por lo menos, estos salones con pupitres que todavía huelen a nuevo son más que lo que Serrano dice que encontró en septiembre de 2010.

¿Qué encontró cuando vino aquí?
No existía la Escuela. Era una letra muerta. Comenzando por la infraestructura: estaba ubicada en el Edificio Novoa, y solo había un espacio de oficina pequeña y dos aulas muy pequeñas; una biblioteca con tres libros y ninguno de literatura jurídica. A lo sumo la ley penitenciaria y su reglamento. Había tres coordinadores de logística. Pero, ¿cuál logística? Llevaban el agua y el café al curso de cinco y diez días para agentes de seguridad. Eso era todo.

¿Se graduaba un agente en  10 días? ¿Solo enseñaban a empuñar un arma o cómo?
Tramitaban un polígono de tiro para media mañana o un día. Pero no había registro curricular. Cuando iban al polígono iban con 10 armas, se las rotaban y sin teoría. Iban a la práctica sin teoría. Y en algunas ocasiones no iban. O sea que iban al centro penal sin ningún conocimiento del manejo de armas.

¿Qué más?
Improvisaban derecho administrativo y se les enseñaba ortografía y archivo. Eso era todo. No había método. Ahora hacemos prácticas y pasantías. Ahora tenemos método.

Nora de Serrano envuelve cada palabra con un dejo ceremonioso que denota falta de práctica para hablar con la prensa. De hecho, casi siempre termina hablando en primera persona del plural y agradeciendo el apoyo de “la Dirección”. Nora Serrano dice que decidió convertirse en abogada cuando descubrió la violencia en El Salvador en primera persona. En 1993, un año después de que se firmara la paz, ocho hombres casi matan a su padre a balazos en un asalto. Entonces se dijo que alguien tenía que hacer pagar a los criminales y se imaginó como fiscal o como jueza. Nada de eso sucedió, y terminó trabajando en 2002 en la oficina del entonces director del Departamento de Prueba y Libertad Asistida de la Corte Suprema de Justicia, Douglas Moreno. En 2009 su jefe fue nombrado director de Centros Penales, y un año después la llamó para que dirigiera este proyecto. “Desde que soy abogada he tenido un solo jefe”, dice Serrano. A lo mejor eso explica tanto agradecimiento al final de cada oración. El primer agradecimiento lo dio al explicar su presencia en este cuarto, que comparte con otras tres colaboradoras. Ella dice que no le gusta malgastar recursos y que cuando vio que este salón (grande como una sala) sería su oficina, decidió compartirlo para que el cuarto donde estarían sus coordinadoras fuera habilitado como salón de clases.

¿Usted también viajó a República Dominicana para capacitarse?
Sí. El anuncio de la escuela inicia con ese viaje a República Dominicana. 15 funcionarios fuimos a estudiar un diplomado internacional en relación al nuevo modelo de gestión penitenciaria.

¿Por qué en Dominicana?
Porque aunque hay varias vertientes de modelos penitenciarios, no podemos estar probando con uno y con otro. Tenemos que enfatizar y el modelo de Dominicana es novedoso y está acreditado internacionalmente.

¿Qué se puede aprender de un modelo penitenciario que no tiene, por ejemplo, pandillas?
Es necesario conocerlo para aprender de esas experiencias. Como dice, seamos realistas: aquí tenemos pandillas, allá no hay pandilleros. Pero sí existen pilares básicos que pueden ser utilizados en nuestro modelo.

¿Cuál es el modelo salvadoreño?
¡El nuevo modelo es fantástico! El nuevo modelo va subsumiendo al antiguo modelo.

¿Perdón?
La formación del personal es la clave.

Explíquenos.
¿Cómo quiero evitar la corrupción? ¿Cómo puedo evitar que haya celulares? ¿Por manos de quién pasan esas cuestiones? Por el recurso humano. Si lo fomentamos y le promocionamos los valores éticos y morales podremos tener éxito.

La Escuela tiene un pensum de 32 materias en donde solo dos de esas 32 se refieren a los valores morales y éticos. Una se ve solo en uno de los primeros tres meses que cursan los agentes para graduarse. La otra durante mes y medio en el proceso de formación continua. Según Serrano, los nuevos agentes estarán en constante capacitación. Ese pensum fue consensuado por Centros Penales y el Consejo Consultivo de la Escuela, integrado por representantes de universidades públicas y privadas, Fiscalía, Derechos Humanos y Procuraduría.

Usted me ha hablado de la importancia de inculcar valores a sus alumnos. Pero se supone que eso es intrínseco en la formación del ser humano desde su familia, la escuela, su entorno…
Claro. Hablamos que esta materia que impartimos es básica porque a veces ni definir el concepto podemos por nuestra cultura o nivel académico.

¿Entonces?
Le apostamos a conseguirlo con la formación y con el modelaje de todos los que trabajamos aquí. Esto es un trabajo en equipo: el modelaje del jefe, director, mandos medios, los mismos compañeros.

¿Cuál es el perfil de los aspirantes?
Noveno grado para seguridad externa o perimetral, pero que haya tenido dos años de experiencia en seguridad, allá afuera: seguridad privada, por ejemplo. Bachillerato para los de seguridad interna, que son quienes tienen relación directa y constante con el privado de libertad. Las edades van desde los  21 hasta los 35 años.

Sin menospreciar a las personas que aplican a este trabajo, seguro son personas que no han tenido las mejores oportunidades educativas ni el mejor entorno de vida. ¿Cómo pueden buscar excelencia cuando el perfil de custodio es de noveno grado y bachillerato?
Comprendo. Esperamos mejorar los requisitos. Recordemos que están dados por ley, y yo diría que este es un tema de estructuras. A la prisión y al sistema penitenciario llegan personas con las cuales la sociedad fracasó. Ya no puede hacer nada con ellos. Y nos los envían con los recursos más paupérrimos. ¿O no? ¿Qué implica problemas de estructura? Lo mínimo: mamá y papá nos enseñan la honradez, pero el resto del camino lo elegimos nosotros. ¿Qué nos queda? Ver cómo sacamos lo mejor de este escenario.

¿Quiénes integran el plantel docente de la escuela?
13 profesionales que han trabajo en el sistema (son comandantes, inspectores, especialistas del Grupo de Operaciones Especiales de la Policía) que están transmitiendo su experiencia.

¿Qué garantiza que ellos salieron 100% puros en el filtro de fin de año?
Una garantía al 100% no la hay. Por eso (una anomalía) se evita haciendo estrategias de supervisión y verificación que irán a la Fiscalía en todo momento. Este trabajo no se resolverá en este quinquenio. Nosotros estamos poniendo las bases, como lo dijo el presidente en las palabras que dirigió para los graduandos: la tarea más difícil nos ha tocado a nosotros, cavar el hoyo y poner las bases. Y para eso se necesita parir la generación. Si tenemos una generación con 200 años de retraso en el sistema penitenciario es por problemas de estructura. Hay que hacer un paro y crear una nueva generación que dé frutos de manera paulatina.

¿Cómo se refuerzan los valores éticos en un agente penitenciario?
Se elaboran diversas presentaciones de situaciones que han acontecido en los centros penales. Entonces se instruye que notifiquen si ven un procedimiento así, y que si un compañerito vio pero no informó, también se les pide que lo informen. Que informen si el compañero se negó o no a aceptar un soborno.

En abril el presidente graduó a 203 agentes de la nueva Escuela. Uno de ellos rompió filas el viernes 22 de abril porque cayó preso de la tentación y fue descubierto: le robó a uno de sus compañeros 20 dólares que el otro guardaba en el casillero. Al ser confrontado, aceptó su error y decidió renunciar y pedir disculpas.

¿Por qué se corrompe un agente?
El salario influye mucho. Un salario que no es acorde a sus funciones. Y ojo con el deterioro que tiene nuestro personal: nuestra gente se deteriora encerrada en una prisión. A veces no tienen las prestaciones que merecen para jubilarse. Hay que motivarlos, incentivarlos con estudios. Soñamos con que los futuros directores y directoras de centros penales sean los que salen de la academia, de la Escuela Penitenciaria. Esas cosas influyen mucho.

El ejército prometió aumentar el salario a sus soldados cuando se dio cuenta de que 2,000 dólares por meter un celular en un día le ganan a los cerca de 200 mensuales de salario que ganan. Y, a pesar de ello, ahora el ejército tiene problemas con algunos de sus efectivos, gente a la que han tenido por años dentro de los cuarteles, inculcándole valores. Si esos soldados que llevan una vida hecha con disciplina caen, ¿cómo pueden los tres meses de esta escuela inculcar una cierta actitud en sus custodios?
No. Por eso hablamos de una formación continua y constante. No vamos a dejar de formar al personal.

¿Qué garantía es esta escuela para que en Centros Penales deje de ejercerse el oficio de custodio como se venía ofreciendo? ¿Qué ha cambiado?
No podemos seguir más así. Creo que la formación es clave. Quizá por eso en gobiernos anteriores no había énfasis en formación. Y eso es evidente por lo que encontramos.

¿Qué garantías da su trabajo, el pensum de la escuela? ¿Usted mete las manos al fuego por esto?
Nunca voy a poner las manos al fuego por un proyecto. La verdad no es absoluta. Eso lo tiene claro el señor director y el equipo que trabajamos con él. Cada día la realidad nos va mostrando cosas, y eso tenemos que observarlo para construir y replantear los temas de esta política penitenciaria.

Si días después de la graduación un agente es descubierto robando, ¿eso  es síntoma de qué?
Veámoslo como un caso aislado. Y si se dan más casos en este tiempo pues qué bien. Vamos a actuar. A la par está el proyecto del plan Cero Corrupción y no podemos desligarlo del nuestro. ¡Claro que se van a suscitar casos de corrupción! Y no solo aquí, en China… en Dominicana se siguen suscitando. Pero son casos, por los filtros que llevamos, aislados. Tienen que irse dando aislados.

La Escuela Penitenciaria tiene entre 80 y 90 aspirantes mensuales. Los aspirantes son sometidos a pruebas sicológicas, clínicas y de polígrafo. A todos les investigan la vida para detectar que no sean infiltrados de pandillas. Serrano dice que han detectado a compañeras de vida de pandilleros presos intentando convertirse en agentes. Pero incluso a estos, a los sospechosos, se les da un plazo de 90 días mientras se evalúa su caso. Los que quedan inscritos como alumnos, de inmediato comienzan a gozar de un salario porque después de las primeras cuatro semanas se van a las cárceles a aprender con la práctica. La escuela, en el primer mes, opera como una especie de alma máter que beca a sus estudiantes con un salario. Aquellos que no ganan la confianza –como los supuestos infiltrados son expulsados y despedidos porque ya han sido contratados como custodios en un plazo de 90 días. De más de 500 aspirantes desde septiembre de 2010, el 15% ha sido despedido por sus presuntos nexos con pandilleros, según Serrano.

¿430 dólares son suficientes para ahuyentar a la tentación de más de 1,000 dólares por un celular?
No. No es suficiente. Creo y estoy segura de que el gabinete de gobierno lo está analizando y lo está trabajando arduamente. Los recursos de Centros Penales no son tan altos, pero sí hay cooperación internacional también. Pero vea, cuando paso por los controles militares en los centros penales, algunos soldados me preguntan: “Directora, ¿qué tenemos que hacer para aplicar?” Hay mucha afluencia de soldados porque ven que este es un salario mucho más oneroso que el de ellos.

Pero no puede ser solo el incremento del salario el que garantice que esta gente no se corrompa. ¿O sí?
No dije que fuera eso lo primordial. Es uno de los componentes. Más que eso tiene que ver la formación, las prestaciones, la supervisión continua de los directores, de los jefes. Repito: la formación es clave.

Centros Penales recientemente adquirió un sistema de vigilancia por video que pareciera un cuarto del Gran Hermano que tiene sus ojos puestos en ocho de las 19 cárceles del país. Esta es una cadena más del eslabón, supongo. Los formamos pero no les quitamos la vista de encima.
Claro. Es vital. El COM central es espectacular. En Ciudad Barrios se han estado dando situaciones terribles que cuando el director del penal informa aquí ya se sabe. Necesitamos ese COM central porque aunque al custodio se le pueda beneficiar con un mejor salario, sabe que está supervisado, vigilado.

¿Qué pasa cuando un alumno comete una falta?
Como tienen doble calidad (alumnos y empleados) cuando cometen una falta tenemos que pensar con la ley: si han cometido una falta leve, grave o muy grave tomamos una decisión como institución formadora y luego vemos la sanción que como empleados se merecen.

¿Qué faltas han detectado?
Hemos tenido muy graves como que de ocho a diez días no se presentaron. Uno una vez dijo que tenía una fuerte infección en la garganta. Entonces la sanción fue en las dos calidades: abandono de trabajo e inasistencia a la formación.

¿Y qué pasó con él?
Hubo destitución. Las faltas leves las evalúa un equipo disciplinario que sanciona con ejercicios como 30 cuclillas o imaginarias en la noche.

¿Imaginarias?
Hacemos turnos de imaginarias en el primer mes de estudio. En cada una de las esquinas y de las cuadras de la escuela, en la noche y madrugada, a alumnos prestando servicios de vigilancia.

¡Imaginarias!
Interesante, ¿verdad? Esa vigilancia harán ellos en el penal, pero no imaginándoselas. Allá al ratito hay un motín o al ratito alguien se salta un cerco y  un muro, como pasó en el penal de Mariona.

Serrano se refiere al caso del reo Jesús Rivas Salazar, quien desapareció de la Penitenciaría Central La Esperanza (Mariona) en una noche de enero de este año sin que los custodios adentro de la cárcel- y sin que los militares –en el perímetro, afuera- se dieran cuenta.

¿A los custodios que sobrevivieron a la depuración los capacitan, los evalúan?
No.

¿Por qué?
Todavía no se ha implementado una estrategia a nivel de la dirección general.

¿Pero usted cree que la necesitan?
Claro que es necesario que se capacite a alguien, pero, ¿de qué sirve si lo estamos investigando… o sabemos que está cometiendo ilícitos graves?

¿El personal que sobrevivió a la depuración de fin de año continúa investigado por la dirección?
Estamos en constante evaluación. Los antiguos y nosotros, los nuevos.

En los últimos dos meses he visitado varios centros penales. En mi última visita al de Ciudad Barrios vi a un custodio castigando de manera extraña a un reo: lo tenía parado, bajo el sol, esposado y con las manos hacia atrás, frente a una pared. Lo tuvo así más de hora y media.
Los agentes de seguridad tienen jefes y mandos inmediatos. Comencemos por los directores, los jefes. Se está trabajando arduamente para capacitar y entrenar a personal nuevo; y al antiguo rescatable, que sabemos que no está en faltas de ética, honradez y transparencia, y que sabemos que es recuperable. La escuela tomará las medidas respectivas bajo la dirección de los superiores para implantar un proyecto de formación para ellos.

¿Es prioridad capacitar a los que se quedaron?
Claro, eso es indiscutible. Pero, ¿cuándo es el momento oportuno? Eso es lo que yo no puedo decirle porque no sé si ese que usted vio parado ahí es uno de los que está cometiendo ilícitos o no. En un momento se me dirá: directora, aquí tiene al personal antiguo al que va a capacitar. Entones, perfecto, entraremos.

En el primer trimestre de este año, el ejército se dio cuenta de que ya no puede confiar en algunos de sus soldados. El contacto con los reos los está perjudicando. Por eso emitió la orden a los 11 grupos de tarea que custodian las cárceles de que no permitieran celulares con cámaras en sus barracas para que ningún soldado –que pueda estar relacionado con pandillas le robe fotografías al resto de la tropa. Fotografías que los identifiquen.

¿Usted confía en sus alumnos?
No puedo decir que meto las manos al fuego por los agentes. Vuelvo a lo anterior: estamos formando y capacitando. ¿Cómo garantizamos conseguir agentes éticos y morales? Tenemos que estar con los ojos muy abiertos, en constante supervisión. Que nuestros agentes vean que la escuela está de pie, supervisándolos. En cualquier momento puede darse un incidente, pero lo importante es que estaremos al tanto de ello, en vigilancia constante.

Si en menos de un mes, de 203 agentes uno salió ladrón, para su trabajo, ¿qué significaría que se mantenga la proporción y cada mes aparezca una manzana podrida? ¿Que el método falla?
Que sucedan, pero yo estaré segura de que hemos puesto nuestro mayor esfuerzo. La realidad siempre nos da sorpresas positivas o negativas.

¿Cuál es el plazo para que los agentes que usted entrena retomen el control de las cárceles?
Tenemos todo este año y el otro que viene para seguir capacitando, para estar preparados en el momento en el que la Fuerza Armada se retire.

Según el director de Centros Penales, Douglas Moreno, la institución todavía no está preparada para lograr la cuota de custodios que el sistema necesita ni para dar plazos para retomar el control. “Y recuerde una cosa: a todo aquel que medio se sale del huacal, lo echamos. Seguimos depurando y por eso no podemos darnos plazos”, dice.

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